Lo primero que debes recordar es que ya no estás en el instituto, por lo que no servirá de nada estudiar en el último momento o asistir a clase para que el profesor te dicte el temario. Aunque en tus años de universidad quizás te encuentres con algún profesor que imparte sus lecciones de forma magistral, lo más común es que las clases sean el espacio indicado para resolver dudas, abrir debates o ampliar temas.

Para que este sistema funcione, es importante que te leas el temario antes de ir a clase. Seguramente el profesor dirá qué se va a tratar en la próxima lección, por lo que podrás leer los contenidos en casa y comenzar a elaborar la guía de estudio.

Toma nota de todo aquello que creas relevante, y deja un espacio en el margen derecho para completar la información con los conceptos vistos en clase. Además, si quieres elaborar una guía perfecta, tendrás que tener en cuenta las siguientes cinco cuestiones:

Cada persona es distinta, por lo tanto no existe un modelo único para desarrollar una guía de estudio. El truco aquí está en conocer tus puntos fuertes y tus debilidades para determinar el modelo de aprendizaje que mejor se adapte a tus necesidades. Cambia la técnica siempre que el temario lo requiera, ya que no será lo mismo estudiar una asignatura de historia que una de matemáticas. La clave principal está en organizar la información de la manera más sencilla posible, ya que así ayudaremos al cerebro a memorizar los contenidos. También puedes servirte de ciertos truquillos; por ejemplo, las personas con buena memoria fotográfica deben utilizar esquemas y diferentes colores, mientras que los estudiantes más lineales tendrán que mostrar la información de forma cronológica o alfabéticamente logrando configurar un temario con sentido. Si eres bueno memorizando, grábate en tu smartphone leyendo la lección y escucha la pista mientras viajas a la universidad. Como ves no hay una fórmula infalible, por lo que deberás probar varios métodos hasta encontrar la técnica ideal.
Las guías de estudio deben contener la información más importante de la asignatura, aquella que es susceptible de caer en el examen; sin embargo, un documento lleno de letras no suele llamar la atención del estudiante, por lo que es importante aportar gráficos, diagramas, tablas comparativas y líneas temporales a las páginas. Comienza cada capítulo con un esquema de contenidos, y añade un mapa conceptual para conectar las distintas ideas que se pueden extraer del texto. También puedes subrayar con diferentes colores la información relevante o aquella que necesitas estudiar más.
Somos muchos los que estudiamos con tarjetas comparativas, aunque aún quedan estudiantes que estudian sin aprovecharse de los beneficios de estas pequeñas hojas. Puedes utilizarlas para escribir esquemas, definiciones o conceptos importantes. Además, como son pequeñas y manejables, podrás llevarlas siempre contigo y echarlas un vistazo de camino a la universidad, mientras esperas a un amigo o entre clase y clase.
Al final de cada tema es importante elaborar un examen de prueba. Este puede ayudarte a consolidar el temario, además de servirte como guía para evitar sustos el día de la prueba. Antes de ponerte a redactar las preguntas, te recomiendo que hables con el profesor y le preguntes si sabe cuál va a ser el modelo de examen, ya que no será igual estudiar para un tipo test, una prueba de respuesta múltiple o un examen de desarrollar.
Los expertos recomiendan desarrollar varias guías de estudio, aunque soy consciente de que el tiempo apremia y no tendrás días suficientes para crear tantos documentos. Mi consejo es que propongas a algún compañero el intercambio de guías, así quizás encuentres en el plan de tu amigo algún dato que has pasado por alto y sea importante.